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23 julio 2017

Nesquik cacao instantáneo 30% menos azúcar: la mentira continúa

Una vez más me despierta de la siesta uno de esos anuncios en los que gritan a bombo y platillo que han reducido la cantidad de azúcar de algún alimento estrella. En este caso, el Nesquik, que como todos sabemos, era azúcar con dos cucharadas de cacao. Dos cucharadas de cacao en todo el bote, digo.

He aquí la criaturita.




Y la pregunta surge de forma también instantánea. ¿Por qué han sustituido el azúcar? Porque si es cacao instantáneo, ahora el primer ingrediente debería ser el cacao. Ah, no, que si lo han reducido un 30%, todavía sigue ganando el azúcar, aunque ahora deberían estar empatados. Más o menos.

Vemos por tanto los ingredientes y la información nutricional. Los datos están sacados de la página de Hipercor, que ya se han molestado ellos en hacerme el trabajo sucio. Muchas gracias, chicos.




Ingredientes: maltodextrina, azúcar, dextrina de maíz, cacao desgrasado (17%), jarabe de glucosa y porquerías varias.

Así que el cacao se sitúa en cuarto lugar con un 17%. Teniendo en cuenta que el original contiene un 21.6%, no sólo nos han quitado el "azúcar", sino que que también la cantidad de cacao. Yo alucino en colores. Además, los valores nutricionales vienen expresados por ración, es decir, dos cucharadas de Nesquik y 200 ml de leche semidesnatada. ¿Y si me da la gana de echarle leche entera? Vamos a ver los ingredientes puros y duros en el bote, antes de echarle nada. ¿Eso es lo del tamaño de referencia, porque a mí no me queda claro.

Me mudo a la página de Día y encuentro esto.



Hidratos de carbono 60%, de los cuales azúcares, 25.

Sigo sin aclararme. ¿Nos han cambiado el azúcar por qué otra cosa?

Según la Wikipedia, "la maltodextrina es una mezcla de polímeros de glucosa que aparecen como resultado de la hidrólisis del almidón o la fécula y se presenta comercialmente como un polvo blanco [...] recomendado para practicantes de actividades físicas de fuerza como el fisioculturismo o de resistencia como el ciclismo o la maratón."

Claro, lo indicado para darle a un crío a las ocho de la mañana antes de mandarlo al cole. Por supuesto, la maltodextrina es un hidrato de carbono.

La dextrina es un polisacárido que se obtiene del almidón de patata o de maíz. Polisacárido. Azúcar. Hidratos de carbono.

Así que para empezar, aquí las cuentas no salen, puesto que salvo el 17% de cacao, todo el resto son hidratos de carbono, de diferentes tipos y con diferentes nombres. Y esto tiene menos azúcar sólo dependiendo de a qué le llamamos azúcar. Sólo si nos referimos al polvo blanco ese que la gente le echa al café, y no al término químico "azúcar".

"Se denomina técnicamente azúcares a los glúcidos que tienen sabor dulce, como los monosacáridos, los disacáridos y los polisacáridos, aunque a veces se usa incorrectamente para referirse a todos los carbohidratos."



Todos los azúcares son hidratos de carbono. Todos los hidratos de carbono no son azúcares, pero el efecto sobre el organismo viene a ser el mismo.

Starch = almidón. Las dextrinas se obtienen mediante la hidrólisis del almidón. Son un carbohidrato.

Resumiendo: estos se han valido de la falta de precisión el el término "azúcar" para vendernos la moto, pero el producto final es igual de malo que el original, en el sentido de lleva todas las porquerías que no debiera, y cucharada y media de cacao. Por supuesto, porquerías engordantes en forma de hidratos de carbono... y jarabe de glucosa, porque no le había quedado lo bastante dulce. Claro.



20 agosto 2016

Un poco de mucha ciencia IV: La fructosa entra en juego


Traducción: Eva B.

El azúcar refinada o de mesa, llamada sucrosa, es mitad glucosa y mitad fructosa. El jarabe de maíz de alta fructosa es un 55% fructosa y un 45% glucosa.




El cuerpo humano metaboliza la glucosa y la fructosa, los azúcares más abundantes en nuestra dieta, de forma diferente. Prácticamente todas las células del cuerpo pueden usar la glucosa para obtener energía, pero las únicas que pueden encargarse de la fructosa son las células hepáticas. Lo que el hígado hace con la fructosa, especialmente cuando hay demasiada en la dieta, tiene consecuencias peligrosas para el hígado, las arterias y el corazón.




La fructosa fue durante mucho tiempo una parte minoritaria de nuestra dieta. A principios del siglo XX, un americano medio consumía del orden de 15 gramos de fructosa al día, la mayor parte procedente de la ingesta de fruta y verdura. Hoy en día consumimos cuatro o cinco veces esa cantidad (con una media de 73 gramos en los adolescentes), sobre todo procedente del azúcar refinado que se emplea para elaborar los cereales del desayuno, los pasteles, los refrescos, las bebidas de frutas, las salsas para la ensalada y otros productos dulces.

La entrada de fructosa en el hígado provoca una serie de reacciones químicas muy complejas. Una cuestión a tener en cuenta es que el hígado usa la fructosa, un carbohidrato, para producir grasa, en un proceso llamado lipogénesis. La mayor parte de la fructosa no se almacena en forma de glucógeno, sino que se emplea para producir grasa. Las células no pueden usar la fructosa para producir energía. Si alimentamos el hígado con suficiente fructosa, en las células hepáticas empiezan a acumularse pequeñas gotas de grasa, provocando la enfermedad del hígado graso no alcohólico, porque se parece a lo que sucede en el hígado de la gente que consume demasiado alcohol.




Virtualmente desconocida hasta 1980, la enfermedad del hígado graso no alcohólico afecta ahora al 30% de los adultos en Estados Unidos y otros países desarrollados, y entre el 70% y el 90% de las personas obesas o con diabetes.

En sus primeros estadios, la enfermedad del hígado graso es reversible, pero llegados a un punto el hígado se inflama y se produce daño (esteatohepatitis), que puede conducir a una cirrosis, una acumulación de tejido cicatrizado y por tanto la degeneración de la función hepática.




El metabolismo de la fructosa en el hígado no sólo provoca la acumulación de grasas, sino que eleva los triglicéridos, incrementa el denominado "colesterol malo", aumenta la acumulación de grasa alrededor de los órganos, incrementa la tensión arterial, provoca resistencia a la insulina e incrementa la producción de radicales libres, compuestos que pueden dañar el ADN y las células.

Los investigadores han empezado a buscar conexiones entre la fructosa, la enfermedad del hígado graso y las enfermedades cardiovasculares. Los primeros resultados coinciden con los comentados anteriormente debidos al metabolismo de la fructosa.




Un artículo publicado en 2010 en el "The New England Journal of Medicine" indicaba que las personas con enfermedad del hígado graso no alcohólico son más propensas a acumular placas de colesterol en las arterias y a desarrollar enfermedades cardiovasculares o morir a causa de ellas.

Recuerda que las mayores fuentes de fructosa son el azúcar refinado y el jarabe de maíz de alta fructosa, pero que la fruta y demás alimentos naturales no suponen ningún riesgo para la salud.

O ese paquete de fructosa pura que tienes ahí arriba. Una muerte lenta empaquetada con colorines bonitos y orgánicos. "Excellent substitute for sugar." De Guatemala a Guatepeor.




06 agosto 2016

Información nutricional de los frutos secos

Siempre he sido escéptica con la afirmación de que los frutos secos ayudan a reducir el nivel de colesterol y prevenir la obesidad. A ver, si no provienen de un animal, no tienen colesterol. ¿Cómo ayudar a reducir el colesterol si es que no tienen? ¿Porque te los comes en lugar de otra cosa? ¿Si te los comes en lugar de otra cosa?



Tienen muchas calorías, pero también gran cantidad de fibra, y eso ayuda a que los hidratos de carbono no se absorban ni se conviertan en grasa tan rápidamente. Y quien dice grasas dice colesterol del malo. Porque eso es lo que no sabíamos. Que los hidratos de carbono también acaban convertidos en grasas, aunque no de igual forma para todos los alimentos, sino que depende de otros muchos factores.