16 agosto 2016

Un poco de mucha ciencia II: La glucosa se convierte en grasa


Traducción: Eva B.

Otra de las funciones claves del hígado es procesar la grasa del cuerpo. Cuando el hígado está lleno de glicógeno procedente del exceso de glucosa, empieza a convertir dicha glucosa que absorbe de la sangre en ácidos grasos, para almacenarlos de forma prolongada como grasa corporal. Los ácidos grasos y el colesterol se empaquetan y se envían al resto del cuerpo a través de la sangre. La mayor parte de ellos acaban almacenados en los tejidos adiposos.


Estructura química de un ácido graso

Toda esta grasa extra que se produce en el hígado a veces provoca que el propio hígado se vuelva graso. Es una enfermedad conocida como hígado graso no alcohólico, que se presenta en personas que no beben en exceso ni tienen problemas hepáticos, en la que el hígado acumula el exceso de grasa en vez de enviarla a las células. Es una enfermedad común y afecta al 20% de los adultos y a la mayoría de las personas que sufren obesidad, diabetes o las dos cosas a la vez.

Aquí tenemos una foto comparativa de los depósitos de grasa en el hígado de una persona sin problemas y en una persona con hígado graso.
(liver = hígado, fat = grasa)




En la mayoría de la gente la enfermedad del hígado graso no presenta síntomas, pero cuando empieza a causar problemas el diagnóstico puede ser muy serio. Los casos más severos terminan en cirrosis, que puede ser mortal y necesitar un trasplante de hígado.

Una de las teorías que los científicos barajan actualmente es que el hígado graso es responsable de la resistencia a la insulina. Cuando se desarrolla resistencia a la insulina, el hígado ignora las señales para dejar de mandar glucosa a la sangre, lo que aumenta los niveles de azúcar en sangre e incrementa el riesgo de sufrir diabetes tipo 2. Varios estudios han demostrado que la gente delgada con diabetes tipo 2 tiende a tener hígados grasos. No hay ningún tratamiento contra el hígado graso, sino que normalmente los médicos recomiendan perder peso, comer bien y realizar ejercicio. Estos pasos también ayudan a controlar los niveles de glucosa en sangre, previniendo el desarrollo de diabetes de tipo 2.

En personas con una dieta "normal" (ya explicaré más adelante a qué me refiero con eso), es muy poco probable que el hígado se llene de glicógeno y por lo tanto comience a enviar paquetes de grasa al cuerpo. La glucosa permanece almacenada en el hígado como glicógeno y no se  produce trastorno alguno.




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