Con una cosa así sería yo feliz. Pero turrón, málaga, chocolate y leche merengada, por favor. Y la sombrillita, claro.
Y luego tengo remordimientos durante el resto del verano. O del año, dependiendo de cuántas me haya tomado.
Abstenerse de ir a la heladería resulta más sencillo, pero la cosa se complica cuando estás en Mercadona, vas por el pasillo de los congelados en busca de las judías verdes, y te cruzas con el cajón de los helados, y es como si alguien te hubiera puesto la zancadilla. Frenazo brusco.
Algunas veces he comprado estos, que son como los Maxibon pero en versión marca blanca, porque vienen seis, no son demasiado grandes y te puedes dar el gusto como postre después de la cena.
O no. Va a ser que no.
Con uno solo ya me he zampado un tercio de las calorías diarias, y lo que es peor, casi 29 gramos de azúcar, que es más de la cantidad diaria recomendada.
¿Dónde estaban las judías verdes?
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